jueves, 1 de enero de 2009

ESQUILEO

- ESQUILEO DE CABANILLAS DEL MONTE -

Se nombra con la palabra esquileo a la “Acción y efecto de esquilar ganados y otros animales”; al “Tiempo en que se esquila”; y a la “Casa donde se esquila el ganado lanar”(1)

Las casas de esquileo o ranchos segovianos se emplazaron en su día a los márgenes de la Cañada Soriana Occidental, en el cordel de La Vera de la Sierra. Las causas de esta localización las podemos encontrar en:
- La oferta conjunta de todas las cañadas que limitan y comunican con este cordel (2)
- Su situación en la medianía con respecto a los extremos que hace coincidir su paso, de regreso a los agostaderos, con el período propicio para el esquileo de la grey.

De las numerosas casas de esquileo que se construyeron en la provincia de Segovia, la única que se mantiene en pié es la situada en el pueblo de Cabanillas del Monte, propiedad de la familia Peñalosa (3) El esquileo sobresale dentro del conjunto del pueblo por sus dimensiones y relativo aislamiento ya que ocupa casi la totalidad de una manzana.
Está comunicado con el cordel de La Vera de la Sierra por una vereda.

Los esquileos, como toda construcción con un fin “industrial”, responden en su distribución, recorridos, volúmenes y dependencias, a satisfacer el proceso de trabajo que se ejecutará en ellos y las necesidades que ese proceso genera.

En general, los esquileos responden a un esquema muy similar. El esquileo de Cabanillas del Monte presenta el siguiente programa de distribución:
- Casa noble, destinada a vivienda del propietario y arrendatario.
- Rancho o sala de esquileo, que es donde se esquila.
- Bache, donde se introduce a la res para que sude entes de ser esquilada.
- Encerraderos, donde se guarda el ganado, marca y separa.
- Lonjas, para la custodia y almacenamiento de la lana.
- Los dormitorios, destinados a los operarios.
Otros, como en el esquileo de Alfaro, tenían incorporado el lavadero de lana, con balsas para almacenar el agua necesaria y caldera para calentarla y con ella desengrasar la lana (4), e incluso como el de Ortigosa del Monte con máquina hidráulica para lavar (5)

Podemos encuadrar el conjunto del esquileo de Cabanillas en un rectángulo de 70 por 40 metros aproximadamente y con su eje longitudinal orientado de NO a SE. Destaca por su volumen la casa palacio, situada en el lado NO. Consta de dos plantas y cubierta a cuatro aguas. Sus muros están revocados y sin esgrafiar y los huecos abiertos en los mismos, ventanas y balcones, están enmarcados por grandes piezas de granito. La puerta principal de acceso se encuentra en la fachada SE, que mira al patio.
La nave de esquileo, con planta en rectángulo de aproximadamente 32 por 16 metros, forma con la casa vivienda una “L”, ocupando parte del lado NE. Esta formado por dos espacios separados por un muro, el rancho y el bache, que tienen unas dimensiones interiores de 30,3 por 8,5 metros para el primero y de 30,3 por 4,7 metros para el segundo.
La cubierta está resuelta a dos aguas y con aleros a distinto nivel. La estructura de la parte del rancho está formada por cerchas a la española, en madera de pino, que apoyan en los muros.
La parte del bache esta formada por pares que apoyan sobre los muros y con pies derechos, que sostienen una correa central, apoyados en las vigas horizontales del falso techo del bache. Estos dos espacios están comunicados entre sí por cinco puertas, la central de mayores dimensiones. El bache comunica con el exterior por un gran portalón de dos hojas y con la casa vivienda por una puerta en el muro común que daba acceso a la cocina y despensas que disponían pastores, esquiladores y otros operarios.
Al rancho se accede desde el patio por una puerta, que al igual que los seis huecos de sus ventanas, están recercados en piedra de granito como los de la vivienda. Estos grandes ventanales orientados al SO más otros tres en el hastial SE, garantizan una buena iluminación natural.
Por todo el perímetro interior del esquileo, que no esta ocupado por un hueco, corre una percha de madera para colgar los vellones. En el muro común al rancho y la vivienda se abren las puertas de las lonjas, almacenes donde se apilan los vellones. Destaca en el interior del rancho un balcón con balaustrada, situado en el lado del muro de la vivienda. Tenía como objeto el facilitar a los arrendatarios la supervisión de las labores del esquileo, “sin experimentar el mal olor del ganado”(6), y oficiar la Santa Misa al conjunto de los trabajadores del esquileo. Para esto último dispone de un pequeño altar ubicado en una hornacina rectangular situada en el muro con dos puertas de madera de doble hoja. Se realizaba la celebración de la misa sin que se interrumpiese el trabajo, que solo se detenía en el momento de la consagración.
No pasan inadvertidas las múltiples “pintadas” que hay en los muros interiores del esquileo realizadas con el mismo almagre de marcar las sacas de lana. Los temas abarcan desde las marcas del ganado esquilado y las consabidas puyas y auto bombos normales entre hombres dedicados a un mismo menester, a las representaciones más o menos fantásticas de pájaros y flores pasando por la “sorprendente caricatura de un coracero o dragón francés, de los muchos que en días aciagos para el país y el paisanaje transitaron por tierras españolas” (7)
Frente al rancho y atravesando el patio se encuentra el edificio destinado a dormitorio de los esquiladores y demás operarios temporales del esquileo. Tiene planta rectangular de 8 por 25 metros aproximadamente, formada por un atrio en el lado del patio que precede a las dependencias y cubierta a dos aguas.

Los encerraderos son el espacio que hoy está ocupado por un simple corral vacío y descubierto. Abarcan todo el lado SE del esquileo y comunican con el exterior por un gran portalón que da al abrevadero y a la vereda que conduce directamente a la Cañada Real. En su día debió contar con los medios imprescindibles para lograr el mayor cuidado y la mejor defensa de los rebaños encerrados y facilitar las múltiples labores que se debían realizar antes, durante y después del esquileo. Entre éstas, la división de los rebaños en hatos, la marca con pez del ganado en la zona de la peguera o la protección de las ovejas recién esquiladas en una zona cubierta.

Aunque algunas puertas que comunicaban los espacios están cegadas en la actualidad, podemos reconstruir el recorrido que debían realizar las ovejas en las diferentes etapas del esquileo.
Llegaban las ovejas desde la cañada a la campa que linda con la tapia SE del esquileo, donde todavía se conserva el abrevadero. De la campa pasaban por el portalón a los encerraderos en donde aguardaban su turno para entrar en el bache. De éste eran llevadas al rancho en donde ligadas perdían su vellón bajo la tijera del esquilador. Una vez esquiladas y desatadas se las conducía a los encerraderos, para lo cual un pastor recorría la nave con un carnero manso y provisto de cencerro, a cuyo tañido acudía instintivamente la res, siguiéndolos al exterior.
De vuelta en los encerraderos los pastores iban desviejando sus rebaños, es decir separando aquellas reses que por su vejez se habían vuelto inútiles para la procreación y la cría de lana de calidad.
En la zona de la peguera eran marcadas con el hierro de propiedad de la cabaña bañado en pez hirviendo. Posteriormente eran clasificas y ya solo les restaba esperar la salida del esquileo en dirección a los agostaderos.

Para cada función dentro del esquileo había un personal específico: Los llegadores o ligadores eran los encargados de sacar a las ovejas del bache o sudadero, llevarlas a la nave de esquileo ligadas de pies y manos y ponerlas al pie de los esquiladores; los esquiladores que se encargaban exclusivamente de su trabajo, eran por lo general un labrador pobre de los alrededores; los recibidores debían recoger el vellón una vez cortado y plegarlo y anudarlo de una forma establecida; el vellonero transportaba los vellones así atados hasta las lonjas donde el apilador los iba colocando en pilas muy apretadas que llegan al techo; las vedijeras eran mujeres que provistas de escoba y cesto, barrían y recogían las caídas o vedijas; los moreneros eran muchachos que llevan hollín de chimenea y acudían al grito de “moreno” a curar las heridas que alguna tijera había causado a una res; los escanciadores o echavinos, portando jarras y vasos, son los encargados de dar de beber a todo el que lo desea sin que se mueva de su sitio de trabajo; el factor del esquileo era una especie de intendente, que dirigía y controlaba todas las operaciones que se realizan en el esquileo, un buen conocedor de las lanas y práctico en su manipulación que dependía del gremio de Fabricantes de Segovia.

En el esquileo, vacío de ganado, no se acaban las labores con la marcha de los rebaños. La lana de venta en sucio, se pesa y se embala. La operación es vigilada por el factor, que redacta el recibo de las pilas de cada cabaña, siendo apuntadas las pesadas al mismo tiempo por representantes del dueño del ganado y del comprador de la lana. Terminada la pesada, es embalada o entibada, muy apretada, en sacas para su transporte. La lana de venta en limpio, es apartada, es decir separada en suertes o clases, en función de su calidad y valor comercial por los apartadores. Una vez clasificada se expedía a los lavaderos.

Según el Diccionario de Pascual Madoz, el esquileo de Cabanillas tenía una capacidad para 120 tijeras y pasaban por ellas a mediados del siglo pasado entre 6.000 y 8.000 ovejas. Siguiendo la misma fuente, el esquileo de Alfaro con una dotación para 180 tijeras pasó de rapar 80.000 reses en 1809 a 5.000 en 1850. Por tanto, estimando la misma producción por tijera, en los mejores tiempos, en el esquileo de Cabanillas se llegarían a esquilar en torno a las 55.000 ovejas.

El Esquileo de Cabanillas del Monte ha sido declarado el 6 de Febrero de 1997 “Bien de Interés Cultural” por la Junta de Castilla y León. Para concertar visitas contactar en el teléfono 630 07 40 31.

EL OFICIO DE ESQUILAR
¿Cómo se esquila?
Para clasificar la lana de forma tradicional es muy importante identificar la parte del animal a la que pertenece y para poder identificar cada parte el vellón se debe sacar entero formando una sola pieza. Por esta razón, el esquilador, empieza a rapar a la res en un punto y va recorriendo progresivamente todo el cuerpo del animal hasta finalizar donde empezó.

El trabajo de esquilar es duro como pocos. Controlar al animal impidiendo que se mueva, manejando la tijera con rapidez lo más cerca posible de la oveja para sacar el máximo de vellón y procurando no cortarla es muy fatigoso y acaba uno con dolor de muñeca y mano y con la espalda viendo las estrellas. Como en todos los trabajos, cuando vemos a un buen profesional en faena, experto y amante de su oficio y del trabajo bien hecho como Geminiano Herranz Ayuso, vecino de Abades, esquilador y labrador con más de 45 años esquilando, de los cuales 30 los a realizado a tijera, todo parece fácil.

Cogida la res, se inmoviliza atándole las patas y las manos y se deja a los pies del esquilador. A esta tarea se le llama LIGAR o LEGAR y la realizan los LIGADORES o LEGADORES . Volteado el animal, el ligador junta “mano-pata y mano-pata” y ata con fuerza.

Con la oveja ligada a sus pies y siguiendo la más pura tradición, Geminiano, antes de empezar la faena se santigua: En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amen. “por nuestros antepasados que lo hacían de igual modo”.

Comienza a rapar al animal por un cuarto delantero, introduciendo en el vellón las puntas de la tijera, dando cortes limpios y uniformes y avanzando hacia el muslo. A esta postura se llama SACAR LA PALETA. Con ayuda de las piernas y la mano libre, el esquilador inmoviliza la res y la va colocando en la mejor posición para esquilarla según la zona que se encuentre rapando. Si las ovejas están muy delgadas se esquilan peor. No es conveniente que las ovejas estén recién comidas, por eso el día antes de ser esquiladas se las encierra al mediodía para que estén “menos comidas”. Sacada la paleta la tijera se dirige hacia los cuartos traseros a base de pasadas, procurando que el vellón salga unido. A esta postura se le llama SACAR EL PRIMER BAJO. Seguidamente la tijera avanza por la nalga del animal para BAJAR LA NALGA hasta el COLEO que es la zona del rabo. Llegados a este punto, se pasa al otro costado del animal para sacar la SEGUNDA NALGA, y se continúa con el SEGUNDO BAJO.

La lana al ser cortada se va abriendo como un paño en torno al animal; seguidamente será rapada la SEGUNDA PALETA. “Las merinas se esquilan mejor que las churras” nos comenta Geminiano cuando ya se acerca con la tijera al pescuezo, y añade: “cuando éramos principiantes SACAR EL PESCUEZO era el momento más difícil, de mucho compromiso, por el riesgo de herir al animal en tal delicado lugar. Podíamos cortar el pasapurés y los chicos, hasta que nos hacíamos a ello, lo pasábamos mal”. La dificultad en esta zona aumentaba cuando las ovejas, principalmente las merinas, eran muy CERRADAS “a algunas casi no se las veía los ojos”.
El esquilador continúa BAJANDO EL PESCUEZO hasta llegar al LOMEO que es la parte en que el vellón todavía se mantiene unido al animal en el espinazo. El lomeo se baja, siguiendo la columna vertebral para SACAR EL RAMO DEL ESPINAZO. El sentido va del pescuezo al coleo, tratando de acabar las dos partes de la oveja que allí se juntan dibujando con los cortes de la tijera una unión en RAMO. Para hacer este acabado deberá el esquilador dar cortes con la tijera en las dos direcciones. Bajado el lomeo se hace LA VUELTA DEL ESPINAZO y se continua con la postura de BAJAR EL COLEO, que es similar a la postura de bajar el lomeo pero en sentido contrario. Bajar el coleo es un momento difícil porque el esquilador esta deseando acabar con la oveja para soltarla y que no sufra más y la res se suele mostrar ya más inquieta.
En estas circunstancias una tijera nerviosa, un animal rebelde o ambas cosas a la vez pueden provocar un corte no deseado. Cuando esto sucedía, el esquilador gritaba: “MORENO”, y acudía un muchacho, así designado, portando en un bote o una teja con hollín de fragua molido que se aplicaba a la herida de la oveja. El hollín hacía de cicatrizante y además la mosca ya no atacaba, “ahora se echa un spray que también va bien” nos comenta Geminiano.

El cuidado por no herir al animal es evitar, además de un sufrimiento innecesario y una posible infección, perjudicar al esquileo siguiente dada la difícil cicatrización de las heridas.
Por lo general los moreneros eran hijos de esquiladores, a los que se les dejaba esquilar alguna oveja y de esta manera se iban introduciendo en el oficio. Normalmente empezaban a esquilar con doce años aunque hubo alguno esquilando a los diez. Bajados el lomeo y el coleo el vellón cae suelto. Al animal, que ya ha sido esquilado, se le liberaba de las ligaduras para que saliera del rancho.
El vellón lo recogía el RECIBIDOR, que lo doblaba sobre sí mismo, según la costumbre, haciendo un hato y anudándolo de tal forma que al ser tirado a lo alto y caer al suelo no se debía deshacer.


¿CÓMO SE AFILAN LAS TIJERAS?
Si todo profesional debe tener las herramientas a emplear en su profesión a punto y en buen uso se comprenderá que para el esquilador el estado de sus tijeras era fundamental y dedicara el tiempo necesario en acondicionarlas para el uso que le iba a dar y cuidara de su filo con esmero. Lo primero que hacía el esquilador era preparar las tijeras para la dura tarea que debía realizar con ellas, forrando de cuero los ojales y poniendo una madera en el ojal contrario al pulgar para tener más superficie donde apoyar el resto de los dedos de la mano.
Cuando por el uso una tijera se quedaba sin filo se decía que “ESTABA CANSADA”. Si el ganado era muy fuerte las tijeras se podían cansar a partir de la cuarta oveja, pero si la grey venia más floja con un par de tijeras se podían esquilar entre diez y doce ovejas.
Nos cuenta Geminiano que la media de ovejas merinas esquiladas a tijera en una jornada estaba en torno a las cuarenta, si venían más flojas y “hemos ABIERTO MÁS LA TIJERA se han esquilado las cincuenta y más”.

A la hora de afilar la tijera, el esquilador usaba: la piedra de afilar, un balde con agua y un trozo de lana.
Acabada la jornada el esquilador afilaba y dejaba preparadas una media docena de tijeras para el día siguiente, aunque la mejor hora, y la preferida para afilar era a las ocho de la mañana, antes de empezar la faena en el esquileo.
Dos son las partes a afilar: la punta y el filo.
Situado en un sitio iluminado por los primeros rayos del Sol de la mañana y frente al astro el esquilador moja la lana que pone encima de la piedra para que al escurrir el agua la humedezca. Pasa primero la hoja a afilar por el lado exterior, haciendo un movimiento de vaivén y hasta que la hoja este ennegrecida por la piedra hasta la punta. A continuación dando la vuelta a la hoja y por la cara interior, se frota sobre la piedra describiendo un movimiento circular. Afilado el par de tijeras se prueba sobre la lana mojada dando tajos precisos y secos. Si la tijera responde adecuadamente se mete en la vaina. Si por el contrario nos hemos pasado en el filo, la tijera no cortará bien y deberemos BORRAR y volver a afilar. Para borrar el filo se pasa la hoja de la tijera poniéndola por el filo en contacto y perpendicular a la piedra. Cuando las tijeras se trababan es que tenían alguna mella que también se quitaba con la piedra de afilar pero dándolas DE MORRO.
Para un buen afilado la PIEDRA era un elemento fundamental, “las mejores son de una cantera de Domingo García”, sentencia Geminiano, y añade: “ya no se sacan porque ya no se utilizan. Ya no hay esquiladores”.

Jorge Miguel Soler Valencia.


OTRA INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA:
El Esquileo de Cabanillas del Monte (Oscar Cruz - Folklore)
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=737



NOTAS:
1- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – 1992.
2- GARCÍA MARTÍN, Pedro (Coordinador), RUIZ RUIZ, Emilio, CABO ALONSO, Ángel, GÓMEZ SAL, Antonio, RODRÍGUEZ PASCUAL, Manuel, TERÉS LANDETA Javier, SÁEZ RIDRUEJO, Clemente, VICENTE ELÍAS, Luis, MARTÍNEZ FROCE, Félix M. y GARCÍA SÁIZ, José Luis - CAÑADAS, CORDELES Y VEREDAS -1992.
3- PEÑALOSA, Rodrigo- MEMORIA HISTÓRICA. -En el Catastro del Marqués de la Ensenada, de mediados del XVIII, referente a Torrecaballeros, se dice que en el anejuelo de Cabanillas hay un esquileo que es de Don Miguel Antonio de Dueñas, vecino de Medina del Campo, en el que esquila sus 15.500 cabezas D. Gabriel de Silva y Herrera, vecino de Segovia. Este Don Gabriel y su socio Don Francisco-Javier de Escobar y Torres, aparecen igualmente relacionados como ganaderos mesteños en el legajo 226, nº 2181 de las "Respuestas Generales" de Segovia del Catastro, en 1752.
Posteriormente ambos ganaderos compran el esquileo a Don Miguel y realizan importantes obras de ampliación de la Casa-Esquileo, pudiéndose leer sobre el dintel de una ventana situada en un hastial de la casa principal la inscripción de año 1.762. En su fábrica se notan las trazas de los Díaz de Gamones, autores de la Fábrica de Cristal y de la Casa de Oficios de La Granja y de la iglesia del vecino pueblo de Trescasas.
Doña María del Patrocinio Escobar y Silva, nieta de los anteriores, vende esta Casa-Esquileo, en 1798 y por 282.968 reales, a su hermana Doña Juana-María, Marquesa de Lozoya por su matrimonio con el IV Marqués, Don Luis-Domingo de Contreras y Peralta. La escritura de venta se encuentra en el archivo familiar de la actual Marquesa de Lozoya, Doña Dominica de Contreras y López de Ayala.
El Esquileo permanece en la familia Lozoya, importantes ganaderos de ovejas hasta comienzos de este siglo, siendo sus sucesivos propietarios el V y VI Marqueses y la viuda de éste, Doña Asunción de Mascaró y del Hierro; pasando, en 1913, de ésta a su sobrina Doña Ventura de Contreras y López de Ayala, hija mayor del VII Marqués, de quién lo heredó en 1970 su hijo Don Luis-Felipe de Peñalosa y Contreras, Vizconde de Altamira de Vivero. Son los actuales propietarios los hijos de éste último.
4- MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA –1845/1850.
5- MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA -1845/1850.
6- MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA -1845/1850.
7-CRUZ, Óscar, SÁNCHEZ, Eduardo y SOLER, Jorge como coordinadores del equipo formado por: CEBRIÁN, Emilia M., CEBRIÁN, Raquel, CHAMORRO, Carmen, GOMEZ, Mª Rosa, HERRERO, José, MARTÍ, Mª Cecilia, MARTÍN, Fuensanta y PACHECO, Luis - EL ESQUILEO DE CABANILLAS -1987.

Informantes: D. Rodrigo Peñalosa.
D. Geminiano Herranz.